¿Qué nos ha pasado? Reflexión personal de Carlos Castresana sobre la transición española en su charla “David contra Goliat, contra la corrupción en Granada” que sirve para preguntarnos en qué nos hemos equivocado y qué hemos hecho mal, en qué tenemos que rectificar y qué tenemos que hacer a partir de ahora que no hemos venido haciendo.
Este es un país que tiene un pasado autoritario de siglos, desde los Reyes Católicos para acá nos gobernaron durante 200 años unos reyes alemanes, los Habsburgo y durante dos siglos más nos gobernaron otros reyes franceses, los Borbones. En el S.XX no tuvimos más que pronunciamientos, alzamientos, golpes de estado, guerras y dictadura; y cuando llegamos a 1975 a construir un Estado democrático, carecíamos por completo de cultura, de tradición, de ese espíritu de convivencia, de ese espíritu de construcción de una sociedad igualitaria, de ese Estado social y democrático de derecho que escribimos en la Constitución y que sigue siendo en buena medida, una quimera.
Hay una cuestión que es ética, moral, política, que no tiene que ver directamente con la corrupción pero que me parece que es un pecado original de la democracia española y es lo que NO hicimos con las víctimas de la dictadura. Las dejamos de lado, nos olvidamos de ellas, no hicimos las exhumaciones de los más de 100.000 cuerpos provenientes de la guerra y la postguerra y que están todavía enterrados a veces en las cunetas, a veces en las fosas comunes.
Comparando la nuestra con situaciones de transición similares, a mí siempre – la transición española en este ámbito, el de los derechos humanos, de establecer una sociedad democrática pero una sociedad con valores – me viene a la memoria lo que dijo en 1984 el presidente Raúl Alfonsín. Ellos habían tenido una dictadura más corta pero terrible en pérdida de vidas humanas, en desaparecidos entre 1976 y 1983. Cuando en 1984 recuperan la democracia, se organiza – algo que no se hizo aquí- una Comisión de la Verdad, descubren que tienen 30.000 argentinos desaparecidos y el presidente Alfonsín, asumiendo los riesgos políticos para la estabilidad democrática de esa recién nacida democracia argentina, decidió enviar a los generales de las Juntas militares a juicio. En aquel momento dijo esa frase que a mí me parece también pertinente para la transición española, “no tengo otra opción, construir una sociedad democrática sobre la base de estos crímenes impunes sencillamente no se puede porque sería una claudicación moral que ningún estado de derecho se puede permitir”.
Ahí es donde yo creo que empezamos a torcer el renglón en la transición española. Todos los que tenían responsabilidad política entonces, aceptaron esa claudicación moral y de alguna manera nos convertimos en un país próspero que en muy pocos años ingresó en la Unión Europea pero que carecía de un ADN ético que nos hubiera permitido hacer verdaderamente una ruptura. Quizá en el 75,76,77, no había las condiciones; pero desde luego, en el 85 cuando ingresamos en la UE, España debió hacerlo y al no hacerlo, la Unión Europea debió exigirnos que ajustáramos cuentas con el pasado. Pasar esa página sin haberla leído es una de las causas de esta falta de valores que estamos pagando en su manifestación más crítica, que es en la corrupción. Hicimos una transición de “low cost”, no quisimos pagar el precio de lo que había que poner en orden en aquel entonces y nos salió una democracia de “todo a cien”; muy imperfecta, muy incompleta, que tenemos que ser capaces de terminar de construir porque es la única forma de organización en la que una sociedad puede convivir en condiciones democráticas.
Puedes escuchar la exposición completa de Carlos Castresana en este vídeo, “David y Goliat, contra la corrupción en Granada”
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