Vamos a tratar de explicar lo que entendemos que ha ocurrido en la Casa Ágreda.
Hagamos la cuenta sencilla que cualquiera haríamos para comprar o vender una casa y valorar si el precio es adecuado.
El Ayuntamiento fijó para la opción de compra un pago de 1.600.000 € por una casa del siglo XVI, con algo más de 1600 m2 de suelo y 3400 m2 de construcción. Equivale a alrededor de 1000 €/m2 de suelo, lo que está incluso por debajo del valor de cualquier solar sin construcción en el centro de Granada. Si calculamos por metro cuadrado de construcción, son 481 € por metro, lo que no alcanza ni siquiera el coste de una construcción básica.
Imaginad que tenéis en venta una casa y un posible comprador os dice que una parte del precio lo paga arreglándola. No parece buen negocio para quien vende, ¿verdad?
Pues eso está haciendo el Ayuntamiento. Nos argumenta que la inversión en rehabilitación exigida —por valor de 5 millones— es lo que completa el pago. Pero realmente, una vez rehabilitada y la ONG opte por la compra, la inversión quedará para la propia ONG, integrada en la casa.
Que no nos intenten confundir: el precio al que se está vendiendo es estrictamente lo que el Ayuntamiento va a cobrar en metálico.
Resumiendo: el Ayuntamiento, que se gastó 2.400.000 € para disponer del edificio, lo vende ahora por 1.660.000 €. Ya le estamos perdiendo. Si a eso le añadimos que solo el solar se podría vender por cerca de 3.000.000 €, empieza a ser más que preocupante.
Esto es lo que pensamos que está queriendo ocultar el alcalde con sus cortinas de humo: no estamos cuestionando ahora al comprador sino al vendedor. Tampoco cuestionamos la necesidad a la que se pretende atender, sino el modelo planteado, que tiene un enfoque caritativo y asistencialista, y que no resuelve las situaciones de dependencia.
En definitiva, el Ayuntamiento no está cumpliendo ni con su responsabilidad de gestionar adecuadamente el patrimonio público, ni con la de atender las necesidades sociales con visión de futuro y un modelo de verdadero desarrollo.
No nos vamos a dejar distraer por cortinas de humo o por la política de hechos consumados. Granada reclama a sus gobernantes que paren la pérdida del patrimonio por el bien de todos, sin distinción.
De este alcalde no se puede esperar nada, ni de claridad, ni de sensatez, ni, menos de sensibilidad con nada que lleve el adjetivo cultural en compaña. Ahora no tiene mayoria absoluta, aunque su forma de actuar esté tan viciada que no le deje actuar de acuerdo con el nuevo estatus. Espero que Granada sea gobernada de otra forma ahora.