Desde 1995, 1378 mujeres han muerto a manos de sus parejas, solo este verano se contabilizan 37 y 8 menores, desde ayer, 3 más.

Encuentro una especie de esquizofrenia donde, a la par que se proclaman teóricamente políticas de igualdad, promoviendo la incorporación de la mujer al empleo y la mayor corresponsabilidad de los hombres en los trabajos de cuidados, al mismo tiempo se llevan a cabo recortes y políticas económicas de austeridad que las imposibilitan.

Políticas económicas que tienen como consecuencia no solo la merma de las posibilidades reales actuales sino que hipotecan el futuro de las mujeres (sin un trabajo regulado no se puede acceder tampoco al sistema de pensiones). Las políticas de austeridad están suponiendo una privatización de los cuidados a la par que una merma en las oportunidades laborales, no en vano es la primera vez desde los años 70 que disminuye la tasa de población activa femenina. Los recortes en políticas de igualdad, a la espera de una época de mayor bonanza económica, y los recortes en políticas sociales, (educación, sanidad y servicios sociales) donde la peor parte se la ha llevado el Sistema Público de Servicios Sociales, imposibilitan la autonomía de la mujer y hace inviable un sistema de protección, ambas cosas imprescindibles para hacer frente a la violencia machista.

En el Ayuntamiento de Granada estamos aún evaluando el 4º plan de igualdad, que finalizaba en el 2014, por no haberse acometido ni la mitad de las medidas en él contempladas. También ha disminuido el presupuesto en Servicios Sociales, al menos hasta en un tercio, y sus recursos humanos a duras penas pueden mantener la atención inmediata de las necesidades básicas.

Contamos con un único asesor jurídico, compartido con el Centro de la mujer y los Centros de Servicios Sociales, que tiene que abordar todos los casos de violencia de género y toda la demanda relativa de desahucios.

Se necesita una atención estable y de calidad, en condiciones de universalidad y amplia accesibilidad, donde primen la confidencialidad (y no despachos compartidos), la protección (física y económica) y el anonimato, y que incluya la rehabilitación, la evaluación y el seguimiento, tanto desde los servicios especializados, como desde los servicios sociales comunitarios y desde la policía local. Las campañas de sensibilización y promoción de la igualdad son esquizofrénicas si no se tiene acceso a un sistema de protección real. Una esquizofrenia que lleva además a dividir a las mujeres según su clase social y nivel de renta, hipotecando así un movimiento feminista organizado como movimiento político constituyente de la democracia.